20140927

Reposteando un artigo sobre o clero e o pobo co fondo da Igrexa na igrexa

Son tempos para pensar as relacións sociais. A sociedade somos todos, e a todos nos afecta o que fai unha parte. Hoxe, que moitos miramos con certa lonxanía moitos aspectos relixiosos, traigo un post alleo a Ribadeando: CONFLICTOS ENTRE EL CLERO Y EL PUEBLO EN CONFORTO, de José Mª Rodríguez Díaz. Reposteado de http://cargadoiro.blogcindario.com/2014/09/00414-conflictos-entre-el-clero-y-el-pueblo-en-conforto.html
            Cuando aún no se ha resuelto el turbio suceso relativo al expolio de objetos religiosos de las parroquias de los concejos de Ribadeo y Trabada aparece ahora la noticia de las sospechas de la sustitución de la imagen de la Virgen de Conforto, en  Pontenova. Dos hechos ciertamente distintos pero relativamente parecidos y cercanos. Provocado tal vez el segundo por  la influencia negativa del primero, pues el clima de desconfianza que estos hechos despiertan en la gente suele producir efectos contagiosos cuando no son adecuadamente tratados por quienes tienen el deber de hacerlo. Desconfianza provocada por ciertas autoridades responsables que, invocando una falsa prudencia y e un intento de evitar los escándalos que a veces surgen fruto de las debilidades humanas, se limitaron a extender sobre estos hechos una sombra de silencio y ocultación esperando que el tiempo los condene al olvido.
            Mientras otras pruebas fehacientes no demuestren lo contrario, y aun condenando el error cometido por los curas de no compartir sus decisiones con el pueblo de Conforto, hay que suponer que los sacerdotes implicados en el tratamiento dado a la imagen de la Virgen actuaron con total honradez y rectitud conciencia. Guiados, sin duda, por la sana voluntad de hacer lo mejor en beneficio de la parroquia, pues tales valores, como la valentía a los militares, a los clérigos se les suponen. Pero, dando esto por descontado, no se puede por menos de criticar las formas con las que algunos clérigos suelen ejercer su función practicando actitudes más propias de la Edad Media cuando los clérigos desempeñaban la administración de los bienes eclesiásticos sin ninguna participación de los fieles.
El tiempo no pasa en balde. Los fieles, de quienes los eclesiásticos se supone que son servidores, son y se sienten Iglesia. Los curas no deben seguir ignorando que las comunidades, cristianas o no, pueden, quieren y deben tomar parte en las decisiones que les afectan. Pero aún hoy, en estos tiempos en los que tanto se cotizan los valores democráticos, hay clérigos que se comportan como estatuas de sal mirando al pasado. Ya no vale aquel eslogan de “Roma locuta, causa finita”. El pueblo ha alcanzado la mayoría de edad y exige que se cuente con el en la toma de decisiones.
            Cuando más necesaria era la claridad y la transparencia de todo lo sucedido con esta imagen para que las dudas de los vecinos de Conforto quedaran disipadas, los técnicos de Patrimonio de la Xunta, el cura de la parroquia y el delegado del Obispado se reunieron en Conforto para examinar la imagen de la Virgen. Para ello no dudaron en cerrar las puertas del templo dejando fuera a los fieles. ¿Es que los fieles no tenían nada que ver ni opinar en ese negocio? ¿Sólo al Obispado, al cura y a Patrimonio incumbía la inspección del trato dado a la imagen? ¿Quién dictaba los criterios de actuación para aclarar lo sucedido, ignorando las objeciones del pueblo? ¿Por qué el cura responsable de esa parroquia no consultó antes al pueblo sobre la conveniencia de restaurar esa imagen?
            Esta desacertada y autoritaria forma de actuar subleva y solivianta, sin duda, los fieles de las parroquias originado protestas y comentarios desagradables. Pues, como dice Miguel de Cervantes, “cuando la cólera sale de madre, no tiene la lengua padre, ayo ni freno que la corrija”. Ante estos acontecimientos, fruto a veces de la torpeza o de la debilidad humana, no es suficiente esa llamada a la serenidad hecha por el obispado a los vecinos de Conforto. Y olvidando las buenas formas, ni siquiera se dignan contestar a los escritos de los vecinos, ignorando que “Auctoritas ex vera ratione procedit, ratio vero nequaquam ex auctoritate”. La autoridad la da la razón y no al revés.

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