20161217

OTRO MUNDO EXISTE


Otro mundo existe -siempre lo creímos- paralelo a éste, de lectura diferente, donde la normativa y la información se dan la mano. Prueba de ello es la noticia aparecida en la prensa el 14 de diciembre donde tuvimos conocimiento de la reconversión del faro de la Isla Lobeira, en la Ría de Corcubión : parece ser que « pronto podría seguir el camino de la isla Pancha ». Pero qué camino tan diferente.
El inicio de la aventura comienza con la necesidad de preservar un patrimonio común que se estaba cayendo a pedazos. Salvar un faro en ruinas cuya cubierta se había desplomado y donde la asociación a la que había sido cedido carecía de los medios necesarios para garantizar su conservación y hacer frente a esta situación de urgencia. Hay que decir que en Ribadeo desconocemos aún la situación de urgencia que llevó a adjudicar la explotación del faro de la Isla Pancha pues, como reconoció el propio concesionario en una emisión de televisión, se vio sorprendido al ver el buen estado en que se encontraba el edificio. Lo que nos lleva a la conclusión de que al proyecto de la Isla Pancha le faltó desde el principio una razón de ser.
En el BOE del pasado 13 de diciembre se publica la solicitud de la empresa « Porto Muíños » para la rehabilitación y explotación del faro, al tiempo que se abre un período de un mes para la presentación de otras ofertas. Un concurso público, parece que lo llaman, y que implica la igualdad de oportunidades para otras iniciativas. Y ello, amplificado por un detalle nada despreciable, y es la difusión de la actualidad en los medios en tiempo real, para divulgar la noticia que concierne a todos, propiciar ese margen de maniobra para la presentación de otras propuestas, y para forjarse y expresar una opinión. Información, lo llaman, también, en su conjunto : tener un detalle con la población, que todos sepan qué va a pasar con su herencia cultural, con su patrimonio, con sus símbolos, que todos puedan valorar las actuaciones de los distintos intervinientes en el proceso para propiciar lo que también en algunos lugares llaman la « participación ciudadana ».
Información a raudales, un derecho de luz cegadora para los ojos acostumbrados a las brumas de la Isla Pancha.
En esa realidad paralela de Corcubión existen otros puntos inversamente proporcionales, como la, aquí, aparatosa idea de  viabilidad económica. Pues allí parece ser una condición indispensable para aceptar cualquier propuesta, mencionada por el promotor del proyecto y el alcalde de la localidad al unísono : tendrá que resultar viable. ¿Dónde se nos perdió a nosotros la idea ? ¿Quién dijo que sería rentable un hotel de dos suites? ¿Quién hizo el estudio ? ¿Dónde está el resultado ?
El alcalde de la localidad asegura que seguirá de cerca el estudio de la viabilidad y también de la pertinencia de cada iniciativa presentada. Un alcalde que se involucra en el proceso, que compara, coteja, que busca soluciones, que es actor del destino de su localidad, se erige en protector de un patrimonio en peligro y dialoga con Puertos para salvarlo. Recordemos que en Ribadeo la historia se construyó al revés : el proyecto « Faros de España » ancló sus carabelas para hacer sus Américas particulares en una isla salvaje, con actores que ya habían pasado el casting hacía tiempo, con un plan preestablecido al que se le desplegó una alfombra roja que brillaba como un espejismo.
Por último, el proyecto propuesto para la isla Lobeira se presenta desde una perspectiva ambiental y de sostenibilidad. Cuántos cuidados para algo que se está desmoronando : nosotros, que tenemos una isla y un faro que es el sueño de cualquier fotógrafo ni siquiera tenemos noticia del impacto ambiental del único proyecto posible ni de las actividades derivadas de éste en un lugar de interés comunitario y zona de especial protección para las aves. Otro papel que se llevó el viento, y cuya ausencia permite, al parecer, sacar tierra y meter cemento.
El poder darle el destino y el sentido más ajustado y respetuoso a nuestro patrimonio debería situarse sobre el mismo plano de la realidad, en dos lugares donde las normas son las mismas así como los cargos encargados de aplicarlas.
Sin embargo, otro mundo existe, y sin salir de Galicia.
Ahora ya lo sabemos.

Covadonga Suárez, miembro del colectivo “Por nuestro faro”

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