Esas fuentes del camino
(Dedicado a las fuentes de San Román de Vilaestrofe)
Dice Don Ramón María de Valle-Inclán, a través de su obra "Jardín Umbrío", que en las fuentes abandonadas existe un verde maléfico dónde se reúnen las brujas. Mientras, Camilo José Cela en "Mazurca para dos muertos" cuenta como en algunos cementerios de Galicia, brota como manantial el agua clara que lava los huesos de los muertos; en tales fuentes bebe agua la Santa Compaña...
Comparto la causa de mi Concello de Cervo que desde hace tiempo: cuida, limpia, señala y cataloga las fuentes de agua que son historia de cada parroquia, al igual que mis compañeros del Seminario Estudos Terra de Viveiro hicieron con los cruceiros. Forman parte del patrimonio ecológico y paisajístico de nuestra Galicia del norte, en la que Cunqueiro descubrió, para todos los soñadores, el reino de la lluvia.
Desde San Román de Vilastrofe salieron hacia los bancos del bonito hombres que antes fueron campesinos, como antaño trabajaban para aquella primera factoría con hornos de fundición en la parroquia de Santiago de Sargadelos. Por el camino saciaban su sed en lugares como: Marrube, Alleira, Quelle, Cerdeira, Vilar, Santomé, Rego da Pena, Páxaro.
Me quedo con la última fuente recuperada. La de Vilaestrofe, próxima al transcurrir del rio Rúa, capaz de mover las piedras circulares de tantos muiños y desde luego, llegar hasta la presa de Sargadelos para dar aguas a la factoría que un ilustrado colocó en nuestro solar por la existencia de caolín, fragas y agua, en las proximidades del puerto natural que conforma la desembocadura del Cobo en Islas San Cyprianus.
En la poesía de Don Antonio Machado siempre están presentes tres símbolos: El río, la fuente y la mar. Río y mar representan la vida y la muerte. La fuente representa el misterio de la vida -transcurrir del agua-, de ahí los diálogos del poeta por el mensaje que percibe del continuo brotar del agua, con su sonido y su destino. Se acerca-nos acercamos para conocer el secreto de cada fuente que guardan las sombras, que a buen seguro fueron, alegres o melancólicas, mientras el agua golpea la piedra y se pierde, como los viejos amores...
En la eterna polémica agua-vino terciaron ilustres pensadores. El Padre Feijoo señala al agua natural como poderosísimo remedio contra enfermedades. El profesor Marañón deja escapar que el vino es una de las gracias de Dios, recordando lo que dijo Séneca: "lava nuestras inquietudes, enjuga el alma hasta su fondo y alivia las tristezas".
Me quedo con Leonardo da Vinci: "el agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza".
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