Foto de Suso Fernández |
Yo no sé cuál es la frase mágica que abre la isla Pancha. El último capítulo empezó con “un premio para Ribadeo” y una gran reverencia de nuestro alcalde al gobierno de Madrid, Xunta y Puertos como si la Santísima Trinidad hubiese venido con un pan debajo del brazo, cuando en realidad venían a amputárnoslo, allá por 2015 cuando el grupo “Por nuestro faro” empezó a andar. Desde entonces, toda información llegó tarde, mal y arrastro, y si llegó, fue únicamente porque este grupo luchó por que la verdad saliese a flote. La verdad importaba bien poco a la trinidad -o la conocía de sobra-, así como a nuestro alcalde que tenía mejor cosa que hacer que leer los informes que le llegaban (cito casi textualmente).
Tras varias respuestas del Defensor del Pueblo diciendo que faltaban informes, y tras el reconocimiento por parte de Puertos hace un mes de que, efectivamente, había que completar el estudio sobre el impacto medioambiental de los apartamentos y las consecuencias de su actividad (otra cosa es que se haga y cuándo), esperábamos la reacción del que firma licencias transido de fe en los informes técnicos. Y sin embargo, nunca más de él se supo. El 2017 fue el año del silencio sepulcral, y viendo que en el corto período de inicio de 2018 ya acumulábamos varias preguntas sin respuesta, en uno de esos plenos anunciados a salto de mata pudimos colar una pregunta a través del grupo socialista, a ver si se nos permitía enterarnos siquiera de por qué se le había dado la licencia de apertura definitiva a los apartamentitos de nuestro faro, y de paso por qué una isla de una hectárea sólo era accesible para los clientes del hotel si la concesión comprendía únicamente 500 m².
Pues bien, ahora entendemos el porqué de tanto silencio. Es una pena que los plenos no se graben, pero nosotros lo hicimos, y hoy tenemos las perlas que brillarán para siempre con luz propia. La ley fue citada por el alcalde en múltiples ocasiones para justificar el inmovilismo del Concello, e incluso la palabra “prevaricación”. Por supuesto la ley es la ley, pero quizás habría que verificar si se cumple. “Eu fago o que podo, eu fago o que me deixan” es una frase que podría pronunciar el colectivo “Por nuestro faro”, no un alcalde con dos mayorías absolutas. Se pueden leer, verificar, discrepar y recurrir los informes técnicos y vinculantes sin ir a la cárcel, se lo aseguro, y reclamar los que faltan, sobre todo cuando sus deberes se los hace el Defensor del Pueblo y se los manda por correo. Querer es poder, y existen precedentes de que el Concello se remangó en alguna ocasión, de hecho en 2008 se opuso a un galpón de Galigrain en la Ría sin esperar por los informes preceptivos y vinculantes : el 1 de agosto de 2008 Fernando Suárez, tras llevarlo a pleno, “considera que esta actuación non é axeitada nin para o porto comercial nin para Ribadeo e lémbralle a Portos de Galicia que a corporación municipal xa manifestou de xeito unánime o seu rexeitamento ao proxecto”. Greenpeace confirma más tarde en un informe que “El consistorio ribadense es, en última instancia el que tiene la decisión final ya que, aunque la Xunta conceda todas las autorizaciones medioambientales, es indispensable disponer de licencia de obras municipal”.
En cuanto al cierre de la isla entera al público, el alcalde acepta todo sin rechistar. Y ello trae inevitablemente a la memoria una nota publicada el 25 de noviembre de 2016 en la web del Concello (léanla de pe a pa porque no tiene desperdicio). Fernando Suárez decía textualmente "isto non é Grecia, onde se privatizan as illas. Polo tanto, e aínda que cumpre con todas as autorizacións a conversión dese edificio en hotel, desde logo deberán ter o acceso aberto para todo o público por parte do Concello, senón o Concello non poderá dar a licenza de actividade", también decía "hai que ter en conta que a Autoridade Portuaria só concesionou unha parte da Illa, non toda”. En su momento fue un puntazo ultraribadense que acaparó portadas, pero en el pleno del pasado 23 de enero, grabado con un móvil, para justificar la licencia de apertura se expresó en los siguientes términos : “A porta de entrada non é a porta de entrada do hotel, senon a porta da illa. Si o di a Autoridade Portuaria...”
Que nos diga entonces, citando leyes concretas ¿dónde está la ley que prohibe la entrada a la isla Pancha? Porque tenemos testimonios gráficos de que a veces hubo puerta y a veces ni siquiera goznes ni huellas de haberla habido, y algún papel habrá que justifique la prohibición. Del mismo modo, ¿cuál es la ley que permite a Puertos cerrar la totalidad de la isla para uso y disfrute de un hotel y de 500 m² circundantes, que entre todos han decidido montar en nuestro faro? La ley siempre es la ley. Un alcalde, sin prevaricar ni infringir la ley, puede y debe exigir a Puertos dónde están esas leyes que le dan derecho a vender Ribadeo como una isla griega. ¿Suponemos entonces que el alcalde sobreentiende y asume que la Isla Pancha en 2018 ya no es competencia suya, que ya no es ribadense, que ya no es nuestra?
Quédense con la frase final de la intervención del pleno y medítenla : “Non sei si calquera de nós..., eeeee, non se pode comprobar si é de uso público a illa”.
Ahora ni ribadense, ni pública. Acabáramos.
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