Faro de Corrubedo. Luis Miguel Bugallo Sánchez, licenza de documentación libre de GNU |
El título hace alusión al proyecto del faro de Corrubedo y al de Isla Pancha. Lo sé, es un poco exagerado, es cierto que hay un punto en común : ambos proyectos se inscriben en el programa “Faros de España” destinado a reconvertir faros para uso hotelero. Pero que pongan uno al lado de otro para hacer la promoción hace sonreír a cualquiera que haya seguido la estela del de Isla Pancha desde sus aparatosos orígenes. Un largo parto acabado con los forceps modelo “sí o sí” de venta en ciertas instituciones, para un alumbramiento bajo palio. Nada del otro mundo, lo justo para poder llamarlo proyecto estrella, éxito, regalo para Ribadeo, iniciativa innovadora, etc.
Cada meandro, cada recoveco, cada escondrijo desde 2015 -y ya antes- esconde una perla risueña. En la prehistoria de los faros transformables, allá por 2014, no había concurso público. En Ribadeo nos trajeron el plato antes de leer el menú e incluso antes de tener hambre. Qué curioso, hace unas semanas la noticia arrancaba grandes titulares en Corrubedo y, así, todo lector pudo saber que había habido un concurso y que, tras el período legal estipulado para presentar propuestas, el gerente de un camping había ganado la concesión para explotar el faro. Creo recordar que en 2014 ya había periódicos y concursos públicos pero, en Ribadeo, donde tenemos por costumbre quedarnos con las ganas de saber, nadie dijo esta boca es mía hasta abril de 2015. El hotel ya se había cocinado, estaba servido y estábamos a punto de tragárnoslo poco hecho.
La presentación en sociedad fue de lo más espectacular, la criatura fue aireada por varios padrinos, que traían una carta astral tan prometedora como inverosímil. Pobre Isla Pancha, ensimismada en sus pocos metros bajo la sola mirada de las aves, hasta entonces protegidas. Los adivinos de turno, -iluminados representantes nuestros y/o partes interesadas- hablaban de impedir el deterioro de un faro en perfecto estado de salud, cuidándose mucho de mencionar el impacto sobre una zona protegida por leyes nacionales e internacionales, hasta tal punto que 3 años después, sin evaluación medioambiental y con los tirones de orejas sucesivos del Defensor del Pueblo, aquellos iluminados siguen sin abrir el pico al respecto. En Corrubedo la situación era urgente : se trataba de salvar un faro de sus ruinas, darle una segunda vida, que, de otra forma, no tendría. Pero en Corrubedo hubo desde el gobierno local un impulso definido por salvar del deterioro y el abandono un patrimonio icónico. En Ribadeo, asistimos a la subasta unilateral e innecesaria de uno de nuestros símbolos más poderosos por unas monedas de oro que nunca vimos brillar. Quizás se esperaba otro “buque insignia” que tomara el relevo de las Catedrales, que hiciera hablar de Ribadeo del uno al otro confín y que trajera prosperidad y titulares de abundancia. Pues qué estrepitoso error de cálculo. A día de hoy desconocemos el dineral que pueden dar dos apartamentitos fuera de la época de vendavales y temporales, pero en Corrubedo, no es difícil imaginar los beneficios económicos de un conjunto arquitectónico de 5 edificios con capacidad suficiente para albergar un proyecto de hotel con 11 habitaciones, un restaurante, un quiosco y una cafetería-heladería, pues las instalaciones ocupan una superficie de 16.070 m² (suponemos que los puestos de trabajo generados irán en consonancia). Los 500 m² concedidos sobre la isla Pancha son lo que son, pero eso ya lo sabíamos todos, ¿no? Aun así nos cerraron la isla entera para ofrecer la exclusividad de la zona a los clientes del minihotel y a algún que otro extra, gracias al mando del cierre eléctrico en mano que abre y cierra la totalidad de la isla como una auténtica propiedad privada. Ya nos dijeron desde el Concello que no iban a impedirlo ni a protestar ni a nada de nada, y que podían poner la puerta del negocio a la entrada del puente, como es el caso. Pues en Corrubedo no sólo el acceso a la zona no está limitado a los clientes de los locales sino que los visitantes podrán acceder al faro mismo e incluso a la terraza de éste, y que además el edificio de la linterna incluirá imágenes y datos históricos que permitan comprender la importancia del faro y de la zona litoral.
Es terrible constatar que, desde el principio, en ambos proyectos (Ribadeo y Corrubedo), el método, la interpretación de la legalidad, el beneficio económico, el acceso, el concepto de patrimonio y de conservación de éste, se rige por parámetros opuestos. Incluso el sentido de lo público dentro de la propia privatización no encuentra similitudes.
Seguimos en “Por nuestro faro” oponiéndonos a la explotación indiscriminada de un bien público y emblemático sin tener en cuenta al pueblo, y más aún a la falta de transparencia en un proceso que debería implicarnos a todos. Pero hoy, al margen de la opinión que cada ciudadano pueda tener, y en vista de las posibilidades, de los resultados constatados, y de la información recabada a día de hoy, todos podríamos preguntarnos, con total objetividad, a quién merece la pena.
Covadonga Suárez, colectivo “Por nuestro faro”
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