CUANDO LAS FRONTERAS UNEN
Martes 7 de julio
Cuando llegas a Ribadeo por la carretera que viene de Meira nunca sabes si estás en Galicia o en Asturias. Cruzas de un lado al otro del río Eo, supuesta frontera política, sin percatarte. Refleja esta circunstancia una imagen exacta de la realidad histórica de esta comarca. Reino de los Suevos, Obispado de Britonia, Reino de Galicia o feudo obispal ovetense, el caso es que el territorio entre los ríos Masma y Navia ha sido un espacio común de vida y de encuentro entre las poblaciones ribereñas. Han hablado el mismo idioma, han participado en los mismos acontecimiento históricos, raramente han enfrentado otros pleitos que los comunes entre vecinos. Y hoy por mucho que los límites territoriales estén bien definidos es imposible determinar diferencias en el carácter, en la forma de vida y en la cotidianidad de las diferentes poblaciones. Por eso estos meses están suponiendo una tortura para la vida de los vecinos de Ribadeo, de Castropol, Vegadeo o Tapia.
Acostumbrados a la vida común en ámbitos laborales o festivos, al consumo de los mismos bienes, a la diversión en las mismas fiestas y a los matrimonios mixtos, la imposibilidad de cruzar el puente o las carreteras que les unen no ha sido un plato de buen gusto. Creo que se impone un acuerdo entre los distintos territorios que proteja a las comunidades humanas más allá de los límites administrativos.
Si ayer, por distintas razones, las calles de estos pueblos estaban como de duelo, hoy, fruto posiblemente del mejor tiempo, hemos podido disfrutar de un hermoso día de playa. La foto de portada da cuenta de ello. Por cierto que me han llamado en directo desde Telemadrid preocupados por las penalidades de vida que pudiéramos estar sufriendo los madrileños desplazados a estas tierras. Les he informado debidamente. No hace falta que envíen socorro. Estamos en la Gloria.
Mañana más.
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