Artigo publicado o venres 2 de xuño de 2006 no blog de José María. Obras de José Mª Rodríguez Díaz.
El crepúsculo de Ribadeo
Está, PERO MUERTO
El actual desarrollo y crecimiento
urbanístico de Ribadeo no tiene parangón en su historia. Analizar las
causas que lo provocan tampoco parece difícil. Su privilegiada
situación geográfica y sus bellos espacios naturales costeros ejercen
un fuerte atractivo en una sociedad económicamente acomodada y en
auge. Los muchos atractivos de Ribadeo y de su litoral son valores
que arrastran las miradas de los inversores. Y este fenómeno nuevo,
este desarrollo pujante, crea entre la gente una imagen de villa
ideal, que muchos eligen para vivir o invertir sus ahorros en ella.
Pero el cuerpo social que forma hoy Ribadeo no se siente
comunidad. Deslumbrada la gente por este veloz crecimiento, se
encuentra adormecida en la contemplación de su vida feliz y
acomodada, en la que sólo lo personal parece tener importancia. Una
sociedad satisfecha y despreocupada por todo lo ajeno a sus intereses
privados. Gente viviendo en su particular e idílica Arcadia, ajenos a
los problemas de la comunidad. Una sociedad en la que parece que no
hay convivencia, sino sólo coexistencia. Una sociedad convertida en
espectadora, en vez de protagonista de su propio destino.
Y
así, sin implicarse en nada que sea ajeno a su vida privada, víctimas
de la apatía social, se asiste pasivamente a este nuevo fenómeno de
desarrollo que avanza, incontrolado, amenazando con destruir las
bellezas que caracterizaban en otros tiempos a Ribadeo y a lo que era
su forma de vida, sin hacer nada por evitarlo.
Aletargados en
este sueño, el cuerpo social de Ribadeo, en franca pérdida de
identidad y agobiado por un crecimiento desaforado, sigue, sin apenas
notarlo, caminando hacia su propio crepúsculo. Ninguna otra villa de
su entorno (como escribía hace poco D. Victor Moro) ha perdido
tanto en tan poco tiempo, sin que nadie levantara la voz. En el campo
de la medicina, por ejemplo -como nos recordaba el Sr. Moro, en su
artículo 'Falta sensatez en la Ría de Ribadeo'- se pasó de tener
dos hospitales a tener hoy un simple ambulatorio. El rango marítimo
de Ribadeo, antes tan destacado, con su Escuela Náutica y Comandancia
de Marina, fue a parar a Burela. La Guardia Civil de tráfico fue
desplazada, también, ante el silencio de todos. El Juzgado deInstrucción fue a parar a Mondoñedo, sin posibilidad inmediata de
retorno a esta villa, a pesar del aumento de su población. Y mientras
crece su población y su urbanismo a pasos agigantados, sus servicios
desaparecen.
Si Ribadeo utilizara su voz con claridad no
hubiera habido en la Ría tantos rellenos innecesarios, no se hubiera
puesto en duda su nombre, tendríamos ahora el tercer acceso a la
circunvalación, por citar sólo unos ejemplos, amén de otros muchos
atropellos que con su silencio se han consentido.
Pero si el
pueblo se mantiene pasivo, sin participar en los asuntos de la
comunidad, bien se le podría aplicar aquel epitafio que cita Pancho
Ledo, en su artículo 'Polémica sobre la Ría de Ribadeo', pero puesto
al revés: 'Non abiit, sed obiit' (el pueblo está ahí, pero está
muerto).
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