20211028

LA PARTICIPACIÓN DEL PUEBLO EN LA VIDA POLÍTICA. José María Rodríguez Díaz (2007)

   Ningún gobernante dirá que rexeita a participación cidadá, como di José María que pasa. Pero si,  pasaba, e pasa hoxe. Tamén me atopei dúas veces con iso de 'preséntate ás eleccións' como contestación dun electo para os plenos. O que relata José María segue totalmente vixente preto de quince anos máis tarde.

Domingo, 20 de mayo de 2007

LA PARTICIPACIÓN DEL PUEBLO EN LA VIDA POLÍTICA

• Publicado por jmrd_ribadeo a las 11:19

LA PARTICIPACIÓN DEL PUEBLO EN LA POLÍTICA

El artículo 23 de la Constitución consagra el derecho que tienen los ciudadanos a participar en la vida política, bien directamente, bien por medio de representantes libremente elegidos.

Este derecho de participación lo vienen ejerciendo los ciudadanos cada vez que son convocados a las urnas -lo que acontece cada cuatro años- para elegir a aquellas personas que han de gestionar los intereses públicos durante un cuatrienio.

Es, precisamente, durante el período preelectoral cuando se produce un fuerte intercambio de ideas y opiniones entre los ciudadanos sobre temas de interés, como el modelo de ciudad que se quiere, el urbanismo, el medio ambiente, la protección de las personas dependientes y otras cosas de interés para la ciudadanía. Se crea una atmósfera de opinión y de reflexión durante esos días que debiera prolongarse indefinidamente entre los vecinos, como una actitud permanente, una vez pasado el período electoral.

Los distintos candidatos a la alcaldía prometen en sus programas que van a contar con el pueblo a la hora de gobernar. Y acuden a los vecinos en busca de sugerencias para conocer sus inquietudes y prometer darles respuesta. ¿Qué ocurre después? Una vez instalados en el poder esta promesa nunca se cumple porque después no escuchan a nadie y oyen sólo lo que les interesa. Pasadas las elecciones, se sienten legítimos representantes de la ciudadanía y no necesitan escuchar nada más.

Y el pueblo retorna a su sueño y apatía política. Carece de mentalidad urbana y retorna a esa visión individualista aldeana. Ignora que la llamada política activa no es una condición exclusiva de aquellas personas que se presentan en una lista para ser elegidas para gobernar. Es un derecho y una exigencia del pueblo, que tiene el derecho y el deber de opinar, pasadas ya las elecciones, sobre los temas que afectan a la comunidad, como la educación, la sanidad, los servicios sociales, el medio ambiente o la cultura, y sobre todos los temas en los que puede hacer aportaciones.

La aportación, pues, que los vecinos pueden hacer a las estrategias del gobierno no deben terminar el día de las elecciones. No deben quedar reducidas a un mero examen cuatrianual, como es el día de la llamada a las urnas. Es aquí en donde deben entrar en juego los necesarios mecanismos de participación ciudadana que se deben establecer para hacer esto posible y eficaz. Para hacer posible que los ciudadanos puedan estar de alguna manera en el centro de decisiones para poder participar opinando, construyendo, sugiriendo y debatiendo sobre los asuntos que interesan al pueblo. En una palabra, se trata de encontrar la fórmula para establecer un diálogo permanente entre los gobernantes y los gobernados, que se prolongue más allá del día de las elecciones, para construir así una sociedad más viva y democrítica. Se necesitan gobiernos abiertos y receptivos, dispuestos a escuchar las sugerencias de los ciudadanos para mejorar la gestión de los asuntos públicos. Los políticos que tienen miedo a la crítica, a la sugerencia o al debate y los que desean el ejercicio del poder en solitario, como acontece con los de Ribadeo, se convierten en sospechosos. Sospechosos de querer ostentar el poder en solitario para poder hacer libremente sus fechorías. Desprecian a quienes se preocupan del interés ciudadano y los amenazan a que, si quieren hablar de política, se 'expongan' al veredicto de las urnas. Rechazan las opiniones políticas de los demás, olvidando que todo el mundo puede y debe opinar sobre la gestión de los asuntos del pueblo. Y el pueblo que no se ocupa de la política renuncia al ejercicio de sus derechos y a la obligación de contribuir con sus aportaciones a un mundo mejor.

Las asociaciones son, pues, convenientes y necesarias. Representan la fuerza frente al poder. Por eso son rechazadas por aquellos que pretenden utilizar el poder en su provecho. Pero quienes buscan el poder como servicio se sentirán más arropados en sus decisiones si cuentan con el apoyo de los vecinos.

Por eso parece urgente impulsar la elaboración de fórmulas de participación de los ciudadanos y asociaciones, como pueden ser un Reglamento de Participación Ciudadana, Consejos ciudadanos o la figura del Defensor del vecino, por parte del concejo a fin de establecer los momentos, las formas y las materias a través de las que los ciudadanos, de forma individual o colectiva, puedan hacer realidad su permanente participación en los asuntos locales, una vez pasadas las elecciones.

Los actuales candidatos a gobernar Ribadeo no se hicieron eco de esta demanda. Prefieren el gobierno en solitario. ¿A qué tendrán miedo? ¿Por qué rechazan la participación ciudadana?-

José Mª Rodríguez

Outros Artigos de José María.

Ningún comentario: