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EN BUSCA DEL TESORO DEL MARQUÉS. José María Rodríguez Díaz (2007)

   José María tira de ironía histórica para representar a actuaidade despois das eleccións. Hai que lembrar que era partidario de que gobernara quen ostentara a maioría, sen pactos de goberno, como deixou testemuñado en anteriores escritos.

Sábado, 09 de junio de 2007

EN BUSCA DEL TESORO DEL MARQUÉS

• Publicado por jmrd_ribadeo a las 17:43

EL TESORO DEL MARQUÉS

Muchos de los acontecimientos trágicos acaecidos en el pasado suscitaron en el subconsciente colectivo del pueblo ciertas leyendas que, con el paso del tiempo, se vieron rodeadas de una aureola de misterio que aún perdura en la sociedad actual. Son relatos que brotan por doquier, antiguos a veces, que se difunden entre la gente a través del boca a boca. Forman parte del folklore, que los presenta como hechos ciertos. Suelen ir acompañados de moralejas o relatos idílicos cargados de cierto romanticismo, como pasa en el caso presente.

Este fue el caso de Raimundo Ibáñez, Marqués de Sargadelos, cuya muerte trágica y violenta en Ribadeo, después de una vida llena de extraordinarios éxitos sociales y comerciales a los que llegó desde su origen humilde, suscitaron en la gente de la comarca la correspondiente leyenda sobre su tesoro oculto en los pasadizos secretos de su palacio, que lo comunicaban con la casa de cierta dama y con A Cova da Vella, en el cantil de Porcillán.

Esta leyenda, que aún sigue viva entre nosotros, estimula los instintos de algunos que pretenden acercarse al que fue su palacio, convertido ahora en sede del concejo de Ribadeo, para apropiarse del que fue su famoso tesoro.

Porque el tesoro existe, aunque hoy esta leyenda haya perdido los rasgos poéticos, románticos y misteriosos de que antes gozaba. Este nuevo tesoro que se esconde detrás del poder que tiene su sede en el palacio de Ibáñez, por el que tanto compiten y luchan, sigue ejerciendo un enorme atractivo sobre algunas personas que corren tras el. No son románticos ni soñadores. Son gente pragmática que ha visto en la política el camino para instalarse en el palacio de Ibáñez y enriquecerse a costa de los ciudadanos. Son personas que habiendo sido elegidas para resolver los problemas del pueblo, gobernando con honestidad, austeridad y transparencia, se convierten luego ellos mismos en un problema para el pueblo que los eligió. La competición que se establece entre ellos para llegar los primeros a alcanzar ese tesoro escondido, es dura y agotadora. No importan las 'siglas' bajo las que se corre. Ejemplos tenemos entre nosotros de personas que utilizaron varias escuderías. Porque el premio que espera a los que lleguen a la meta final bien merece la pena. La forma que hoy reviste este tesoro, en muchos casos, es la especulación urbanística, los sueldos millonarios de que se dotan, el tráfico de influencias que les depara beneficios muy suculentos, la malversación de los recursos públicos, y toda clase de corrupciones, conocidas y no conocidas. De estos extremos sobran ejemplos entre nosotros. Pero estos nuevos buscadores de tesoros están provocando cada vez más rechazo y hastío entre la gente. Un rechazo que se reflejó en la abstención y en el voto en blanco en las elecciones pasadas. Porque los ciudadanos, decepcionados, ya no creen en la clase política.

Dicen las encuestas de última hora que uno de los cinco primeros problemas de España es el comportamiento de la clase política, por encima de la inseguridad ciudadana o la sanidad. Tal es el grado de decepción en el que estamos inmersos. Se impone una nueva legislación que modifique y regule el actual sistema retributivo de los políticos municipales. Y, ciertamente, para ejercer una mejor vigilancia de los posibles desmanes, se impone establecer un mayor control por parte del Estado, de los partidos en la oposición y de la ciudadanía.

Al contemplar esta lucha encarnizada que se establece entre ellos por el poder, antes en la carrera electoral y ahora en las escandalosas maniobras en las que se entretienen, burlando y riéndose groseramente de la voluntad de los electores, para la formalización de los pactos, me viene a la memoria aquella frase del conde de Romanones, refiriéndose a aquellos que impedían su entrada en la Academia de la Lengua: 'Joder, qué tropa'.-

José Mª Rodríguez

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