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EL CASTRO DE A PUMAREGA. José María Rodríguez Díaz (2008)

    Un dos castros que sería incluído no libro 'Os Castros de Ribadeo'. A historia, unha das ramas de estudo de José María. Conservo a redacción de José María, dirixida á Comarca como se poderá observar, e onde foi publicado antes que no blog (o 10 de maio).

Miércoles, 14 de mayo de 2008

EL CASTRO DE A PUMAREGA

• Publicado por jmrd_ribadeo a las 10:06

Nadie puede dudar del alto potencial cultural y turístico que los castros ubicados en el municipio de Ribadeo pueden suponer para un concejo eminentemente turístico como es este. Despertar el interés de la gente por ellos es lo que me mueve a escribir estas líneas para darlos a conocer uno a uno. Sin embargo, llegar a excavarlos para su puesta en valor necesitaría una gran inversión de la Xunta de Galicia que, entregada a su proyecto de la Ciudad de la Cultura del Monte Gaiás, no parece dispuesta a aportar para recuperar nuestra historia y los orígenes de nuestra cultura. No hay planes para la recuperación de este patrimonio arqueológico y los castros están condenados a permanecer eternamente enterrados guardando bajo tierra los testimonios de la forma de vida de nuestros antepasados.

En una anterior ocasión me he ocupado del castro de As Grobas, por ser el más próximo a la villa de Ribadeo y, sin duda, el más importante entre los llamados castros costeros del norte de la provincia de Lugo. Las próximas actuaciones que se pretenden hacer para estudiar su puesta en valor pudieran ofrecer importantes sorpresas y datos, hasta ahora desconocidos, acerca de la cultura castreña en la costa. Es bien sabido cómo los arqueólogos, que ven mucho más en las ruinas de estos castros que los ojos de las personas corrientes, nos podrán ofrecer muchas y buenas indicaciones sobre cómo era la vida de nuestros antepasados en esta comarca que hoy habitamos nosotros.

Me he ocupado, también, a través de una breve reseña en este mismo semanario, de los castros de Fornelo, de Meirengos y de As Cárcovas señalando su ubicación y su importancia.

Continuando con la serie de los que se encuentran catalogados en nuestro concejo voy a ocuparme hoy brevemente del castro de A Pumarega. Un castro que dio origen, sin duda, al poblamiento de esa zona que más tarde, bajo la influencia de la romanización y de los suevos, daría lugar a la formación del núcleo de As Anzas que, cristianizado por los monjes del monasterio de Esperautano, ubicado en A Graña en el siglo octavo, lo convertiría en cabeza espiritual de esa comarca.

Este castro se encuentra situado en la margen derecha del Río Grande, frente al barrio de Salcedo, en las proximidades de As Anzas, término parroquial de Cubelas. El nuevo Plan de Urbanismo de Ribadeo atribuye erróneamente este castro a la parroquia de Vilausende, ignorando que la línea divisoria entre las dos parroquias no es el Río Grande, sino la pared levantada en la cumbre de la montaña, conocida con el nombre de “Parede de Santalla”, que en esa parte separa las dos jurisdicciones parroquiales, quedando el castro ubicado en la de Cubelas.

Se trata de un castro que los arqueólogos llaman de ladera por estar situado en la ladera de una montaña aprovechando un cambio en el declive de la pendiente. Es de forma concéntrica y tiene una superficie aproximada superior a una hectárea. Los arqueólogos lo sitúan entre la Edad del hierro y la romana, época del apogeo de esta cultura. Se encuentra rodeado en su parte sur por dos pronunciados fosos, con sus parapetos, uno de los cuales se prolonga en el oeste por una vaguada natural, para defenderlo de la elevada posición ventajosa que la pendiente de la montaña proporcionaba a los posibles atacantes. Por su lado este está delimitado por dos parapetos, uno muy pronunciado, sin que hoy pueda observarse ningún resto de foso en su base. Por el oeste lo ampara el pronunciado declive natural del terreno. Disfrutaba de los beneficios de un riachuelo del que se surtía la población del castro y que desemboca en el Río Grande, que corre a sus pies. En su parte sureste se observa otro muro con su foso que parece definir un ante castro dedicado al cultivo de cereales y al cuidado de los animales.

Según manifiestan los vecinos más próximos, hasta hace no muchos años este castro se encontraba en buen estado de conservación siendo visibles las paredes de sus casas circulares y era frecuente encontrarse con trozos de cerámica, y aún con piezas enteras con las cuales los niños se entretenían jugando y otras piezas propias de la cultura castreña. Su superficie, de carácter privado, se encuentra hoy poblada por eucaliptos. En la zona norte del castro pueden apreciarse los restos de varias paredes - tan finamente ejecutadas que serían la envidia de los canteros de hoy - de lo que fueron algunas de sus casas circulares, destruidas accidentalmente por el trazado de varias pistas forestales que cruzan su superifie. El castro se encuentra hoy muy afectado en su conservación tanto por las pistas forestales que lo cruzan como por la misma plantación de eucaliptos que desfiguran su suelo y alteran la estructura de sus edificaciones. Son numerosos los pequeños promontorios que se observan en su superficie, testigos mudos de lo que se esconde a flor de tierra.

El mejor camino para acercarse a visitarlo es utilizar la carretera de Reme a Vilamar. A la altura del Empalme se debe girar a la izquierda para tomar la carretera de As Anzas. Iniciada esta se toma la primera derivación a la derecha que conduce al barrio de Salcedo en donde hay un puente que cruza el Río Grande. El castro se encuentra a pocos metros después de cruzar el río.

El nombre de Pumarega, por el que es conocido el castro y todo su entorno, se deriva de la palabra latina Pōmum, término con el que se designaba de forma genérica toda clase de de árboles frutales. De esta palabra, modificada por un complemento preposicional, se deriva el romance Pumar que al añadirle el sufijo prelatino –ega, con el matiz significativo de ‘relativo a’ o ‘perteneciente a’, forma la palabra Pumarega para referirse con ella a un conjunto de árboles o plantas de la misma especie o al lugar en el que proliferan, lo mismo que Brañega o Fabega. Se trata, por otra parte, de un topónimo muy común en toda nuestra comarca con el que se denomina a un ‘prado plantado de manzanos’. Un nombre que le cuadra muy bien a ese terreno, de gran belleza paisajística, con su molino y su cárcova y su río. Un espacio muy apropiado para el cultivo de árboles frutales.

Todos estos tesoros están a la espera de su recuperación para el turismo cultural, con sus rutas, sus señalizaciones y sus talleres de interpretación. Ahora es el turno de los gestores de nuestra administración local. De ellos depende que estos tesoros no permanezcan otros dos mil años en el olvido.-

José Mª Rodríguez

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