Posta en contexto: remataba de suceder a devastadora chuvia de xuño de 2010, no que, a máis de destrozos varios, como o levarse por diante a Ponte de Arante, houbo que lamentar perdas de vidas humanas...
Viernes, 18 de junio de 2010
LAMENTOS TARDÍOS
• Publicado por jmrd_ribadeo a las 20:07
Otra vez los lamentos han sido la noticia estos días en esta comarca del norte de Lugo. Como siempre, lamentos tardíos que, como las campanas de las iglesias que tocan por los que se van, ponen el grito en el cielo quejándose por los destrozos ocasionados por las últimas lluvias. Lamentos que lloran desgracias que no se han sabido ni querido evitar.
La historia del agua no es nueva. Es tan antigua como la tierra. Pero lo que hoy ha cambiado es el comportamiento de las personas para enfrentarse a este problema. Las viejas generaciones tenían otra cultura sobre el tratamiento del agua. Estaban más compenetrados con la naturaleza. Su única fuente de conocimiento era la observación. Conocían la naturaleza y eran más previsores. Sabían que el agua, tarde o temprano, acabaría llegando con toda su fuerza avasalladora. Pero estaban preparados para recibirla. Sin esperar que viniera papá Estado a arreglar sus problemas, mantenían limpias las zanjas y los caminos preparados con sus atajeas para que el agua fluyera hacia el mar. La misma dirección de los surcos que hacían en sus sembrados estaba regulada por el tratamiento del agua. Se esforzaban en mantener perfectamente cuidadas las márgenes de los ríos, cortando los árboles que amenazaban peligro y evitando su caída en el cauce. Temían y respetaban la fuerza del agua.
Los campesinos de hoy y las mismas administraciones que regulan la actividad rural han perdido esa cultura. Los campesinos, acostumbrados a la constante intervención paternalista y a las subvenciones, a veces interesadas, de las administraciones, que intentan regular todos los ámbitos de sus vidas, han abandonado en sus manos la solución de este y de otros problemas.
Y lo que estamos viendo a diario es que las administraciones tienen los ríos abandonados. Quizás, y aunque no sea políticamente correcto decirlo, porque los ríos no votan. Y no hacen ni dejan hacer. No sólo no cuidan sus cauces si no, lo que aún es más grave, prohíben que otros los limpien. Con su política, dictada desde los despachos de sus oficinas, ajena a la voz de la experiencia depositada en los campesinos, dictan sus normas, carentes a veces de sentido común, de las que luego vienen estos fracasos. Fracasos que empeoraron después de las trasferencias a la Autonomía de las competencias sobre los ríos, lo que demuestra que una administración más cercana no es necesariamente mejor, ni en la recuperación de la fauna que está desapareciendo de los ríos, ni en la limpieza y cuidado de sus cauces. Y es por eso que cuando llegan las aguas torrenciales, que siempre acaban llegando, los troncos, maderos y malezas abandonadas en los márgenes de los ríos son arrastrados por las aguas creando peligrosos embalses que inundan las tierras ribereñas arrasando sus cosechas y destruyendo los puentes que encuentran a su paso, como fue el caso en el río Grande. Y esto fue lo que originó los grandes daños y pérdidas en muchos lugares de nuestro concejo de Ribadeo.
En la zona costera fueron más bien los defectos de ejecución de la propia autovía los responsables de los problemas ocasionados por el agua. Una defectuosa ejecución de esta obra, que cortó el fluir normal de los riachuelos y regatos que bajan de la montaña hacia el mar, concentrándolos a todos en unos escasos puntos de paso hasta convertirlos en verdaderos ríos, ocasionó un desproporcionado aumento de caudal en cauces no preparados para recibir tanta agua que ocasionaron graves daños a su paso por las propiedades. Pero aquí también hay responsables.
Antes de definir el trazado de la autovía un grupo de personas de Ferrol vino a Ribadeo a informar de las amargas experiencias sufridos por ellos en el tratamiento del agua al paso de la autovía por su territorio ferrolano. Ante esta información lo lógico sería haber nombrado entonces una comisión técnica para que estudiara, vigilara y controlara la ejecución de la obra, en orden a tratar de evitar futuros desastres y buscar una mejor solución para estos problemas. Pero aquí nadie quiso escuchar los sabios consejos fruto de las experiencias ajenas. Los políticos que en esa fecha gobernaban el concejo de Ribadeo estaban muy entretenidos en otras ocupaciones más rentables. Y de aquellos polvos vienen ahora estos lodos.-
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