20240804

LAS HORTENSIAS. TÓTEM CANTÁBRICO. Ángel Alda


 

LAS HORTENSIAS. TÓTEM CANTÁBRICO. Ángel Alda

Todos los años en nuestra casa de Ribadeo tenemos Isabel y yo una polémica floral. Ella quiere tener siempre un florero con hortensias. Pero, ojo, tienen que ser hortensias cortadas en los caminos, en las paredes y en los setos supuestamente libres.

Así lo hacíamos desde siempre hasta que en una ocasión una señora gallega de la aldea donde está la catedral más antigua de España, San Martiño de Mondoñedo en Foz, me salió al paso hecha un coctel de pasiones y me insultó en lo más íntimo. Me llamó ladrón, robatumbas y todo lo que se le ocurrió. Desde entonces las compro en el mercado de los domingos a algunos labradores que las venden a precio ridículo. A veces tengo yo que ofrecer precio. Normalmente a un euro.

Para mí que las hortensias no existen en estado silvestre. Que necesitan la mano del hombre entre otras cosas para obtener los distintos toques de colores que las hacen tan bellas y tan distintas.

Le he preguntado a un amigo ingeniero de montes y que pertenece a una ONG que se dedica a enseñar jardines y espacios naturales que piensa de esta polémica y me contesta así:

Efectivamente las hortensias no crecen en estado salvaje y como bien dices jugando con el pH del sustrato se consiguen todo tipo de colores.

Lo que si tengo entendido y comprobado es que las hortensias y saúcos tienen una querencia "mágica" por los sitios antaño receptores del cariño humano. Siempre crecen donde solo quedan ruinas. Quizás ese sea el origen del disgusto de aquella señora.

Seguiremos Isabel y yo con la polémica y seguramente encontraremos un camino de consenso. Solo cogeremos flores en tapias abandonadas y en huertos de amigos.

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