20241107

EL RUIDO DE FONDO. Ángel Alda

EL RUIDO DE FONDO

Ángel Alda

No somos capaces la mayoría de nosotros de detectar el malestar de una enorme cantidad de nuestros conciudadanos y vecinos más cercanos y sin embargo escuchamos con miedo y aprensión el ruido de fondo de dolor y sensación de amenaza de toda una civilización, unas civilizaciones en realidad, que nos llegan transparentes y a la vez confusos por medio de los medios de comunicación, por las redes sociales tan familiares y por el ruido de los patios y las terrazas de nuestras plazas.

Vivimos en el mejor de los mundos privados y a la vez instalados en un enorme malestar social y político que se manifiesta en el deterioro de los sistemas democráticos de gobiernos nacionales y en la inoperancia de los organismos transnacionales y multilaterales. Anegados en el agua que viene por los barrancos inundados y las sequías interminables con el mismo origen: el caos climático. Masacrados en guerras de exterminio o sometidos al miedo poderoso del régimen X o Y. Endeudados por un sistema financiero mundial que a su vez nos permite enfrentar retos monstruosos de obras públicas gigantescas o iniciativas de generación de energía que sabemos que resultarán obsoletas en una generación.

Trump, las guerras de exterminio, la agresión rusa a Ucrania, las amenazas a la paz internacional, los desastres climáticos, el miedo al extranjero y tantos otros fenómenos se confunden en nuestra mente como una espesa niebla imposible de traspasar con la mirada y el entendimiento.

No es de extrañar que con este panorama cada cual busque la forma de interpretar los hechos y ante las dificultad de ese empeño nos apuntemos a la versión dominante en nuestro entorno. Eso o directamente refugiarnos en nuestro pequeño o inmenso mundo privado con los cascos mentales de anulación de ruido exterior.

¿Y cuál será la versión dominante? No hay más que estar atentos. Se llama Trump o cualquiera de las copias nacionales disponibles. Putin, Netanyahu, Milei, Bolsonaro, la señora rubia de acento romano, el gordito de Hungría y las múltiples versiones locales. En nuestro país los candidatos son también muy numerosos y nuestra ventaja es que a la mayoría ya la tenemos muy vista. De momento.

¿Qué dicen las cabezas naranjas de nuestro entorno? Que la crisis climática es un invento diabólico de una mente calenturienta. Que los miles de africanos que llegan a Canarias son delincuentes y violadores. Que las mujeres se pasan en sus exigencias. Y en general que muchos españoles queremos vivir del cuento, okupar viviendas de pobres jubilados y trabajar desde casa por internet mientras nos rascamos la entrepierna por debajo del pijama. Mientras el buen español no hace otra cosa que liquidar impuestos a Hacienda y alimentar a políticos insolventes y corruptos.

La pregunta para muchos es la de siempre ¿qué podemos hacer?

Y las respuestas son pocas. Aguantar, tratar de entender las cosas leyendo a los clásicos y procurar salvar los muebles.

Disfruten de su día a día. O si lo prefieren CARPE DIEM que queda más fino.

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